ARTROSCOPIA | VOL. 23, Nº 1 | 2016
EDITORIAL
Ser los mejores en lo que hacemos, en lo que amamos hacer y en lo que es nuestra profesión
Desde hace algún tiempo nuestra habitación en la casa se ha transformado en una biblioteca transitoria, a pesar de la alguna resistencia de mi mujer y mía, argumentando que los libros y la intimidad matrimonial no son definitivamente una buena combinación. Después de casi 25 años de convivencia, los hijos fueron creciendo y al crecer fueron tomando poco a poco casi todos los espacios utilizables del hogar. Por supuesto, el primer objetivo atacado y ocupado sin mucha resistencia debido a una tremenda supremacía numérica del enemigo fue nuestro escritorio y todo lo que en el guardábamos, sobre todo, libros y revistas pasaron a formar parte del mobiliario donde dormimos.
Una tarde calurosa de verano, sentado bajo un ventilador que desde el techo de mi habitación despejaba mi mente abotagada, me detuve con la mirada en el vol. 9, numero 12 de diciembre del 2015 del American Journal of Sports Medicine, con algo de esfuerzo me dirigí hasta donde estaba y lo tome entre mis manos para abrir sus páginas y tratar de encontrar el motivo misterioso de su llamado.
Como buen editor que soy desde hace cerca de seis años, recorro sus páginas intentando extraer ideas novedosas y útiles para el crecimiento de nuestra revista, sabiendo que tengo entre mis manos un Journal fundado en el año 1972 y que gracias al increíble esfuerzo de su editor y amigo de la artroscopia Argentina Bruce Reider, es una de las Revistas científicos más citados en todo el mundo.
Estaba seguro de que este llamado, no podía deberse solamente a la lectura del artículo sobre las bondades del plasma rico en plaquetas en el manejo de la patología del Manguito Rotador o el excelente artículo de un grupo alemán evaluando un protocolo para retener el injerto luego del diagnóstico de Artritis Séptica post Reconstrucción Artroscópica del LCA.
Me detuve en la transcripción del discurso del Dr. Robert A. Arciero a quien conozco, aunque él no me conozca, desde hace muchos años, compartiendo simposios en congresos, discusión de casos clínicos, ciencia y técnicas quirúrgicas que me han transformado sin duda en un mejor cirujano y médico.
Generalmente estos discursos formales tienen un contenido también emotivo, ya que muchas veces, se recorren años de esfuerzo y trabajo que suelen concluir por capacidades personales y decisión de los pares en la presidencia de estas Sociedades Científicas.
Comenzar agradeciendo a nuestros mentores es esencial para entender que la vida se trascurre en forma más fácil y armoniosa si un ser humano más sabio, experimentado y generoso nos toma de la mano para transcurrirla, a los que nos han ayudado en la vida y en la profesión, a los que nos han incentivado a cambiar el rumbo, buscando la excelencia para ayudar a nuestros pacientes a vivir mejor o simplemente ser mejores deportistas, a los que por amor, sean padres, esposas, hijos o simplemente amigos, han creado un ambiente de paz y armonía a nuestro alrededor, sin el cual jamás podríamos haber desarrollado una vida profesional plena.
Posteriormente, resalta y lo demuestra con hechos concretos, el concepto de que las sociedades médicas sanas y progresistas se crean a partir del trabajo en equipo, del armado de grupos o comités que tengan una visión y una agenda concreta de trabajo en un área determinada, que intente cambiar la vida las personas involucradas, sean médicos, técnicos, administrativos o pacientes, y que el ego y las metas personales sean dejadas de lado en búsqueda de un objetivo común superador.
Creación de programas para residentes y fellows, claros, concretos y transparentes, avalados y cuidados por la misma Sociedad médica.
Creación de programas que midan las capacidades y habilidades de los miembros que integran estas sociedades, intentando elevar la calidad de atención de nuestras pacientes y al mismo tiempo nos permitan defender con argumentos válidos el reconocimiento económico ético de las empresas privadas de salud que regulan nuestros aranceles.
Sistemas simples y normatizados que nos permitan la recolección de datos y registros de procedimientos realizados y su impacto objetivo en la vida de nuestros pacientes.
La creación de un verdadero y eficiente comité de Educación médica continua, que ponga al servicio del médico en formación toda su experiencia y esfuerzo, desterrando para siempre una gestión con urgencias e improvisaciones.
La importancia de crear y sostener en el tiempo un comité de investigación que proponga proyectos de investigación claros que aborden las problemáticas propias y comunes a cada población en particular.
Literalmente el Dr. Arciero sugiera una mirada mucho menos competitiva e intimidante hacia nuestros colegas y por qué no de admiración, respeto e inspiración hacia ellos.
Para el final dejo su preocupación por una mirada más profunda hacia nuestros pacientes, por el tiempo que dedicamos junto a ellos, por ofrecer siempre todos nuestros sentidos a sus necesidades, por usar nuestras manos para un consistente y orientador examen físico, por la natural avidez del cirujano por perfeccionar las destrezas quirúrgicas en aras de mejorar su calidad de vida y no como demostración de poder y maestría ante nuestros pares.
Alguna vez su propio padre le ofreció a cambio su corazón, cuando el suyo fallo ante tanta demanda, hoy siento que nos ofrece el suyo para que nuestra profesión se dignifique y cada uno de nosotros, sus lectores, reflexionemos por fin acerca de cuál es nuestra misión en esta vida.
Dr. Fernando Barclay
Coordinador Editorial