ARTROSCOPIA | VOL. 23, Nº 2 | 2016

EDITORIAL


Curriculum Vitae: Un documento que supuestamente expone quienes somos

“El ser humano forma parte de esa totalidad que llamamos universo, como parte limitada en el espacio y en el tiempo, y se experimenta a sí mismo, a sus propios pensamientos y a sus sentimientos como separados del resto en una especie de ilusión óptica de su conciencia. Este engaño es una especie de prisión que nos mantiene atados y circunscriptos a nuestros deseos personales y a nuestro afecto por los seres más cercanos. Nuestra tarea consiste, pues, en liberarnos de esta prisión ampliando nuestro circulo de compasión hasta llegar a abrazar a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su esplendor”.
Albert Einstein 
 
 
Según el diccionario panhispánico, Curriculum vitae es una locución derivada del latín cuya traducción literal es “carrera de vida” y que en su forma nominal masculina designa la relación de datos personales, formación académica, actividad laboral y méritos de una persona.
El título y el desarrollo de esta editorial surge de una conversación de café junto a colegas artroscopistas y otros profesionales relacionados con la salud, que exponíamos algunas dudas acerca de la manera en que se puede acceder a estar en la marquesina luminosa de la ciencia y la cirugía y regir desde ese lugar de privilegio los destinos de cátedras, sociedades y otras instituciones que ostentan un lugar importante en una sociedad profesional necesitada y que deben perdurar como tales en el tiempo.   
De la definición de diccionario ya mencionada me conmueven enormemente las palabras “carrera de Vida” y “méritos personales”. 
Acaso la carrera de la vida profesional y personal pueden ser desligadas, puede alguna persona o profesional de bien separar sus dones como ser humano de su capacidad como ser profesional. 
Si nos proponemos hacer un ejercicio intelectual serio y recorremos nuestra vasta vida profesional para luego plasmarla  prolijamente en un pedazo de papel con cierta metodología, no nos podemos olvidar nunca de cómo llegamos hasta ese lugar en el tiempo y que nuestras habilidad, dones y talentos fueron la base para nuestros logros allí presentes.     
Como resumir y volcar en fríos números, el talento,  las habilidades, la cultura del esfuerzo por el trabajo, la honestidad y el arte de cultivar la relación médico paciente,  el tiempo invertido en ampliar el conocimiento cultural no precisamente relacionado con el profesional, como podemos transcribir todo esto en una escala de valores curriculares que definan los méritos propios del individuo.   
En esta era moderna plagada de envidias y celos el éxito está bajo sospecha, el punto de partida debe ser justo, reglas consistentes y claras en donde el intento por ser exitosos no sea a expensas de aplastar al otro.
El Curriculum vitae debería poder desenmascarar a los  personajes exitosos sociales que juntando “certificados” o mejor dicho, papeles estratégicamente acumulados, logran posicionarse y ser en definitiva jefes, coordinadores o presidentes de sociedades o instituciones, en fin, líderes, si, lideres pero de papel. 
Randy Sparkman, un tecnólogo estadounidense especialista en lenguaje y en las implicancias culturales de los medios y las maquinas, habla de habilidades como dones y regalos que pueden ser transferidos a otros en forma de actitud, de predisposición, de un rasgo que pasa de generación a generación.
La capacidad de pensar independientemente, de resolver problemas, de generar ideas. La sabiduría de poder expresar esas ideas en forma clara y simple, poder discernir y elegir lo que tiene valor entre una multitud de estímulos y tener conciencia del contexto, quien es uno, quienes son los otros.
Identificar las causas que generan un cambio, poseer el equilibrio necesario construido mediante la experiencia de distintas disciplinas y la constelación de actividades dispares que hacen a la aventura de vivir.
En el contenido de la Curricula de un líder, deberían estar acreditadas todas estas virtudes, estas importantes capacidades adquiridas o innatas, todas estas cualidades que diferencian a un líder y lo destacan sobre los demás.
Hay seres iluminados capaces de liderar, sin duda los hay, unos son pasivos y otros espectacularmente dinámicos, unos amables y otros agresivos, los hay sin el menor interés de aprehender, mientras que otros son grandes eruditos. Pero, en cualquiera de los casos, lo que todos ellos tienen en común, es que se han dejado identificar. 
El líder ideal sería aquel  que, libre de caprichos y vicios ególatras utilice toda su capacidad adquirida e innata en un formato de ayuda a los demás.
Es mi deseo que la elección de aquellos líderes que pretendan guiarnos ocupando la punta de una pirámide formada por profesionales médicos, este cimentada  en la búsqueda del bienestar de nuestros pacientes, la transmisión de conocimientos científico,  el ejemplo de la buena convivencia entre colegas, el sostén de la ética como estandarte, el respeto por quienes fundaron y engrandecieron nuestras instituciones y la búsqueda  del bienestar común antes que el personal.
Es mi deseo ver a Latinoamérica fortalecida y reconocida por líderes justos que ostenten un curriculum vitae cargado de méritos personales primero y profesionales después, repletos de dones y habilidades que sepan transferir a sus colegas, líderes de espíritu humilde pero transgresor,   sensibles e iluminados seres humanos que busquen el bien común y dejen huella para que otros puedan seguir el mismo camino.
Peter Drucker sostiene que ¨Ninguna institución puede sobrevivir si necesita genios o superhombres para dirigirla. Debe ser capaz de organizarse de manera que las cosas funcionen con un liderazgo compuesto por seres humanos normales”.
 
Dr. Fernando Barclay
Coordinador Editorial